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María B. Woodworth - Etter

viernes, 1 de mayo de 2009

1. LOS DOLOROSOS COMIENZOS

María nació el 22 de Julio de 1844 in New Lisbon, Ohio. Fue la cuarta hija de unos granjeros, Samuel y Matilda Underwood, y de niña padeció la angustia de tener un padre alcohólico y un hogar sin Cristo.

Cuando María tenía diez años de edad, su padre se convirtió, y empezó a asistir a la Iglesia y a orar por su familia. A los trece años de edad María fue a la Iglesia y se conmovió cuando escuchó el mensaje de salvación. Desde ese entonces, ella escuchó el llamado de Dios para servir como predicadora del mensaje de salvación, pero se convenció a sí misma que esto no podía ser, a menos que se convirtiera en la esposa de un misionero, porque en esa época las mujeres solas no podían predicar y ni siquiera podían votar. Hoy sabemos que ese fue su primer gran error, porque Dios siempre pasará por encima de todas las circunstancias para cumplir Su propósito en aquellos a quienes Él mismo ha llamado.

María no pudo continuar sus estudios porque su padre murió y ella tuvo que trabajar para aportar al sostenimiento de la familia, y en medio de su tribulación conoció al joven soldado John Woodworth, quien regresaba de la guerra civil norteamericana. Aún sin ser cristiano, María se casó con él y trabajaron juntos en la granja en medio de penurias y dificultades. Tuvo seis hijos y murieron cinco de ellos, lo cual trajo mucho dolor a su vida. Solamente sobrevivió su hija Lizzie.

En medio de esta vida, Maria recordaba su llamado a servir al Señor y cada vez lo veía más lejos de la realidad, como un sueño imposible de cumplir, porque su esposo se resistía y rechazaba lo relacionado con el llamado de ella y vivía muy amargado. También tenía oposición en la Iglesia en que se congregaba, porque allí no aceptaban mujeres en el púlpito.

A pesar de la vida miserable que estaba viviendo, en la que nada de lo que hacía prosperaba, María nunca renegó de Dios, ni levantó su voz contra el Altísimo, sino que empezó a estudiar con hambre y sed la Palabra de Dios, y descubrió que el Señor sí usa a las mujeres en Su obra. Especialmente se sintió impactada por la profecía de Joel, Capítulo 2, al ver que Dios usará tanto a hombres como mujeres, a jóvenes, a niños y también a los ancianos.


2. EL MINISTERIO

María se dio cuenta que ya no podía seguir inventando excusas para huir del llamado de Dios. Empezó a tener visiones y a sentir dolor por las almas que se perdían en el Infierno. Ella decía que en cada visión que Dios le daba, aprendía tanto de la Biblia como si hubiera pasado muchos años de enseñanza en el Seminario Bíblico.

Dios le dio visiones en las que Jesús le decía: “Ve y yo iré contigo”. También le prometió en una visión que cuando ella predicara, las personas caerían. Todo esto la llevó a rendirse finalmente ante el llamado de Dios y le pidió que la ungiera con el Espíritu Santo. Este fue el punto decisivo para iniciar su ministerio.

Cuando ella le pidió a Dios el bautismo del Espíritu Santo inmediatamente lo recibió como “fuego líquido”, según sus propias palabras, y ese fuego siempre la acompañó por el resto de su vida.

La primera reunión evangelística que dirigió fue en su propia casa, con sus familiares, y desde ese momento se hizo evidente el poder de Dios sobre su vida a través de las señales y prodigios que fueron siempre las marcas de su ministerio. Luego, empezó a predicar más allá de su propia comunidad, empezó a hacer Campañas Evangelísticas y los Pastores de muchos lugares la invitaban porque querían que la predicación de ella avivara sus Iglesias.

Dios le prometió que cuando ella abriera su boca para predicar, Él la llenaría con Sus palabras. Esta promesa se cumplió literalmente: en sus reuniones muchas personas no podían soportar el poder del Espíritu Santo y la convicción de pecado y salían corriendo, gritando, porque querían recibir a Cristo en sus corazones. Ella disfrutaba de una profunda comunión con Dios, y esa vida de intensa oración se reflejaba en sus servicios.

El ministerio de María Woodworth creció aceleradamente, miles de personas venían a sus Campañas Evangelísticas y cada vez crecía más la unción. Empezaron a suceder increíbles sanidades en su ministerio; la gente caía al piso bajo el poder de Dios: María quedaba quieta por varias horas mientras tenía poderosas visiones de Dios; a veces se sacudía, temblaba y rodaba por el piso, como resultado de la fuerza incontenible del poder de Dios que se manifestaba sobre ella. Hablaba en lenguas, algo que no se veía en su generación, y ministraba a sus oyentes el Bautismo del Espíritu Santo, dieciocho años antes del inicio del Movimiento Pentecostal. Por todo esto, a Maria Woodworth se le conoce como la “Precursora del Movimiento Pentecostal”.

Muchas personas eran salvas en sus reuniones, inclusive líderes y ministros de las diferentes Iglesias; otras personas eran sanadas milagrosamente; otras caían como muertas al suelo y allí duraban horas; algunas personas tenían visiones que transformaban para siempre sus vidas y sus familias.


3. VENCIENDO LA OPOSICIÓN

Debido al gran impacto de su ministerio, y a las manifestaciones emocionales que se veían en sus cultos, muchos detractores empezaron a ridiculizarla, pero ella no se defendía sino que continuaba con más fuerza haciendo lo que Dios la había llamado a hacer. En su concepto, las manifestaciones del Espíritu Santo no eran nada nuevo, sino algo que la Iglesia de Jesucristo había perdido durante mucho tiempo. Y respecto de los detractores decía: “Cuando las personas no comprenden, persiguen”. Como resultado de la persecución, su ministerio creció mucho más. Llegó a predicar en reuniones de más de 25.000 personas y ¡SIN MICROFONO! .

Pero el enemigo siguió atacando y golpeó con fuerza en su propio hogar: su marido le era infiel y eso salió a la luz pública durante una Cruzada que María realizaba en Oakland, California. Ella decidió abandonarlo y se divorciaron en Enero de 1891; un año después él se casó de nuevo y comenzó a calumniar publicamente el ministerio de esta sierva de Dios, pero casi inmediatamente murió de fiebre tifoidea (en junio de 1892). Una gran muestra del carácter verdaderamente cristiano de Maria Woodworth se evidencia en el hecho que, a pesar de la tormentosa relación con su ex – esposo, ella asistió al funeral y oró en el servicio.

Otro hecho que fue muy controvertido en su ministerio fue cuando en 1890, profetizó que la Costa Oeste de los Estados Unidos sería destruida por una gran catástrofe. Muchos Pastores y Ministros estaban a favor de ella y otros en contra. Los periódicos sensacionalistas publicaban todos los días diferentes versiones y muchas mentiras, lo cual instigó a personas violentas que eran miembros de pandillas y empezaron a atacar sus servicios de milagros en Oakland. Sin embargo, a pesar de toda la burla y el rechazo, su palabra profética se cumplió en 1906 cuando la ciudad de San Francisco sufrió el más grande y terrible terremoto que ha afectado la Costa Oeste en toda su historia.


4. TIEMPOS DE REFRIGERIO

Diez años después de su divorcio, conoció a quien se convertiría en su esposo, Samuel Etter, un cristiano fiel, lleno del Espíritu Santo, con quien se casó en 1902. Con este hombre de Dios, Maria disfrutó la felicidad de un matrimonio cristiano, recibiendo de él todo el apoyo que necesitaba para el ministerio y el amor y cuidado que nunca había tenido. Samuel Etter murió doce años después de su matrimonio.
Después de cuarenta y cinco años de ministerio predicando en Campañas itinerantes por todos los Estados Unidos, Dios le dijo que abriera una sede permanente en Indianapolis y ella construyó el templo, que fue llamado Tabernáculo, al lado de su casa. Este templofue inaugurado en mayo de 1918 y en él ministraría Maria Woodworth los últimos seis años de su vida.

En sus últimos días la llevaban de su casa al Tabernáculo, sentada en una gran silla de madera. Ella oraba e imponía las manos sobre los enfermos y éstos se sanaban. Algunos sanaban con su sola presencia. Ella decía que predicaría hasta el final de sus días porque “Es mejor gastarse por Jesús que herrumbrarse”.

A mediados de 1924 murió su hija Lizzie y, a pesar del dolor y de su salud deteriorada, María dirigió el funeral. Con este triste episodio, María Woodworth terminó de enterrar a toda su familia y poco tiempo después, cuando ya había cumplido ochenta años, ella misma partió con el Señor a su hogar en el cielo.

Hoy es considerada por muchos cristianos como la más grande mujer Evangelista en la historia de la Iglesia.

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