La práctica de la presencia de Dios - Hermano Lorenzo
martes, 14 de abril de 2009
Sabias Palabras De Un Hombre Consagrado A Dios.
Como un humilde cocinero, el Hermano Lorenzo (1605 û 1691), aprendió el ingrediente más esencial de la vida cristiana: cómo estar en la presencia de Dios cada día. Aprendió a cultivar la presencia íntima de Dios de manera completa.
El hermano Lorenzo consagró su vida a Dios y renunció a los placeres. Sus dichos son considerados como un legado para todos los cristianos del mundo.
Decía que debemos establecernos en la realidad de la presencia de Dios por medio de la conversación con él. Debemos alimentar y nutrir nuestras almas con el conocimiento de Dios, esto producirá en nosotros un gran gozo y devoción.
Debemos vivificar, es decir, avivar nuestra fe. Porque los hombres, en lugar de tomar a la fe como regla de conducta, se entretienen con una devoción trivial e inconstante. El camino de la fe es el espíritu de la Iglesia, que es suficiente para llevarnos hasta un alto grado de perfección.
Debemos entregarnos a Dios, tanto en las cosas temporales como en las espirituales. Y buscar nuestra satisfacción, solo en el cumplimiento de su voluntad.
Para llegar a ese grado de renuncias tal como Dios requiere, deberíamos mirar con atención a todas sus pasiones que se mezclan, tanto en las cosas espirituales como en las materiales.
Estos son algunos de sus profundos pensamientos; prepárese para un viaje que cambiará su vida.
Como un humilde cocinero, el Hermano Lorenzo (1605 û 1691), aprendió el ingrediente más esencial de la vida cristiana: cómo estar en la presencia de Dios cada día. Aprendió a cultivar la presencia íntima de Dios de manera completa.
El hermano Lorenzo consagró su vida a Dios y renunció a los placeres. Sus dichos son considerados como un legado para todos los cristianos del mundo.
Decía que debemos establecernos en la realidad de la presencia de Dios por medio de la conversación con él. Debemos alimentar y nutrir nuestras almas con el conocimiento de Dios, esto producirá en nosotros un gran gozo y devoción.
Debemos vivificar, es decir, avivar nuestra fe. Porque los hombres, en lugar de tomar a la fe como regla de conducta, se entretienen con una devoción trivial e inconstante. El camino de la fe es el espíritu de la Iglesia, que es suficiente para llevarnos hasta un alto grado de perfección.
Debemos entregarnos a Dios, tanto en las cosas temporales como en las espirituales. Y buscar nuestra satisfacción, solo en el cumplimiento de su voluntad.
Para llegar a ese grado de renuncias tal como Dios requiere, deberíamos mirar con atención a todas sus pasiones que se mezclan, tanto en las cosas espirituales como en las materiales.
Estos son algunos de sus profundos pensamientos; prepárese para un viaje que cambiará su vida.
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